El uso de sujeciones ha sido y es una práctica común en el cuidado a los ancianos en muchos centros para personas mayores. A lo largo de los últimos años se han venido desarrollando distintas medidas para favorecer la concienciación sobre el uso de las sujeciones físicas y químicas con la intención de aclarar y delimitar su utilización.
En los años 90 no existía regulación al respecto, sin embargo a partir del comienzo del siglo XXI comenzaron a surgir organizaciones que animaban al desarrollo de protocolos y guías sobre esta materia. El programa “Desatar al Anciano y al Enfermo de alzheimer” impulsado por el CEOMA propuso la primera investigación científica al respecto de la utilización de sujeciones en los centros de cuidados para personas mayores en España. A raíz de este estudio, se han desarrollado diversos programas de educación y un inicio de concienciación del uso de estas medidas y sus consecuencias para la persona mayor. De esta forma, se comienza en los centros para personas mayores a valorar la utilización de las sujeciones previamente a su uso y, en caso de ser necesarias, su utilización de forma moderada o incluso la no utilización de las mismas si es posible.
En este marco, han surgido los llamados “centros libres de sujeciones”, “centros no sujeciones”, “sujeciones 0” o centros adheridos al programa “desatar al anciano”, que han proliferado en España ateniéndose a pautas marcadas para reducir el uso de las sujeciones.
Existen diversas formas de clasificar las sujeciones, de forma general y distinguimos entre sujeciones físicas (mecánicas) y químicas (farmacológicas).
El uso de este tipo de sujeciones se justifica por los profesionales que las aplican en el intento de evitar que la persona mayor sufra un accidente, caída o pueda llegar a perderse (consecuencia del vagabundeo). Con este argumento, durante mucho tiempo se ha venido realizando un uso de distintos medios para mantener al anciano inmovilizado de forma total o parcial. Para ello, se utilizan medidas de sujeción a la cama o al asiento, mobiliario especial que limita su capacidad de movimiento o levantarse del lugar o bien se disponen los muebles de manera que la persona no se puede mover.
Por otra parte, se usan psicofármacos con el objetivo específico de mantener a la persona aturdida e impedir que se levante y camine con libertad. La combinación de ciertos medicamentos puede provocar estos mismos efectos, por lo que es conveniente revisar la medicación de la persona mayor con el objetivo de evitar este efecto de forma involuntaria.
La experiencia en el cuidado a la persona mayor y especialmente si padece alguna enfermedad asociada a demencia, determina en buena medida la decisión por parte de la familia de utilizar sujeciones en la persona mayor.
Por regla general, el cuidador o la familia confía en el criterio del médico para cuidar al anciano. En el caso de las sujeciones, el familiar cuidador sigue las directrices del médico para la aplicación de estos métodos si así le es aconsejado. Por supuesto, la última palabra siempre estará en manos de la familia sobre el uso de estas medidas y sobre qué tipo de sujeciones aplicarán.
En el caso de adoptar esta opción, es necesario informarse sobre el método más recomendado para cada persona y asegurarse de que esté homologado. Por otro lado, la inclusión de actividades diferentes en la rutina de la persona mayor, pueden evitar el uso de estas alternativas: incluir paseos durante las horas en las que la persona suele estar más inquieta es una solución que evitaría atar al enfermo a la cama o silla, favoreciendo un estado de ánimo más tranquilo y sosegado.