Envejecer de forma sana es sin duda un reto para la medicina actual. Una dieta de calidad puede retrasar los efectos del envejecimiento natural y la aparición de ciertas enfermedades relacionadas con la edad. Una dieta equilibrada puede ayudar a envejecer conservando una buena calidad de vida.
El envejecimiento a menudo conlleva modificaciones fisológicas que debilitan a las personas mayores. En lo que respecta a la nutrición, se puede traducir en un alto riesgo de desnutrición. El envejecimiento fisiológico, entre otras cosas, significa:
- Pérdida del sentido del gusto y del olfato: las células del gusto se renuevan más lentamente, y la influencia de la medicación puede reducir el apetito.
- Problemas dentales: las opciones para la dieta pueden estar limitadas por la necesidad de consumir alimentos blandos o en trozos.
- Envejecimiento del sistema digestivo: secreciones más lentas, tránsito lento...
Otros factores de riesgo:
- Aislamiento social
- Escasos recursos
- Desconocimiento de las necesidades alimentarias
- Abuso de la dieta
- depresión
Aporte energético
Con frecuencia creemos de forma equivocada que, con la edad, las necesidades alimentarias disminuyen. Sin embargo, aunque la actividad física es mucho más limitada, se debe mantener una dieta equilibrada. Una persona mayor, como un adulto, necesita al menos 30 kcal/kg/día, lo que significa aproximadamente unas 2.100 kcal/día para una persona de 70kg.
Proteínas
Las proteínas sirven para generar la masa muscular y los anticuerpos. Son esenciales para el sistema inmunológico y ayudan a evitar la pérdida de masa muscular (sarcopenia), que puede provocar caídas y fracturas.
El consumo diario debe oscilar entre 1g y 1.2g por kg, lo que significa entre 70g y 84g para una persona de 70kg. Este aporte se puede conseguir consumiendo 3 ó 4 productos lácteos y 150g de carne (o equivalente) por día.
Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono son una fuente de energía que puede ser utilizada rápidamente por el organismo. Son necesarios para el correcto funcionamiento de los músculos y el cerebro. Entre sus utilidades, ayudan a asegurar la correcta síntesis celular de las proteínas. El consumo de hidratos de carbono debe ser aproximadamente el 50% del aporte total de energía (ATE), preferiblemente hidratos de carbono complejos (pan, cereales, legumbres) y dulces (azúcares simples).
Lípidos
Los lípidos constituyen la materia grasa de los organismos vivos. Suponen la principal fuente de energía. Son vitales para el consumo esencial de ácidos grasos y vitaminas lípidas solubles. La necesidad de lípidos de una persona mayor es de alrededor del 35% de su ATE. Podemos encontrarlos en el aceite, la mantequilla, la grasa, algunas carnes, pescado, queso...
Agua
El agua es importante para regular la temperatura corporal, distribuir los nutrientes, controlar la masa celular y eliminar toxinas. Durante el envejecimiento, la proporción de agua en el organismo disminuye y aumenta el riesgo de deshidratación. Además, la persona mayor tarda más tiempo en tener sed. Así pues, es necesario beber al menos 1.5 litros de agua al día.
Fibras
Las fibras constituyen la "estructura ósea" de las plantas. En los humanos, ayudan a regular la absorción, la digestión y el metabolismo. Las personas mayores necesitan entre 20 y 25 gramos de fibra en su dieta diaria. Se encuentran en el pan, las frutas y las verduras.
Para las personas mayores, el ambiente que se crea durante la comida es muy importante. Según una encuesta de investigadores franceses en restauración y nutrición hospitalaria y geriátrica, un 40% de los participantes aprecian la calidad de la comida de acuerdo a su presentación (cubertería, vajilla) mientras que un 40% la asocian con el entorno (decoración, ambiente, comportamiento del personal). Sólo el 20% de las personas mayores que participaron consideran que el factor más importante es la calidad y cantidad de la comida que se sirve.
En las residencias para mayores, por ejemplo, hay que elegir cuidadosamente la cubertería y la vajilla, y optar por modelos ergonómicos y maleables. Una presentación original de los platos puede estimular el apetito del residente: una mesa bien puesta con un menú bien presentado, colores alegres, etc...
Muchos centros han adoptado un concepto basado en la comida con las manos para los residentes desorientados. Estos residentes pueden mantener así su autonomía y autoestima.
Finalmente, la actitud del personal es muy importante. Cada vez más residencias educan a su personal para entender la importancia de escuchar a los residentes con el fin de evitar la desnutrición, adaptándose a sus necesidades personales.
Cada vez más centros ofrecen cursos de cocina terapéutica, permitiendo a los residentes volver a participar en una actividad familiar y encontrar puntos de referencia. Esta actividad limita la desorientación de los residentes con demencia y contribuye a mejorar sus habilidades con las manos (manejo de utensilios, gestos precisos, coordinación) y de los pacientes con amnesia (mantener la concentración, evocación de recuerdos). También promueve la comunicación y la interacción entre los residentes.
Las comidas, hechas por los residentes con la ayuda de un animador, permite la estimulación de los sentidos: olor (aroma de la cocina), vista (colores y formas de los ingredientes), tacto (texturas y temperaturas), gusto (ácido, salado) e incluso del oído (agua hirviendo, chisporroteo de verduras en el fuego).
No hay que confundir los problemas dentales o para masticar con las dificultades para tragar. Los problemas para masticar afectan a aquellos que tienen dificultades para masticar la comida. Deben tomar alimentos cocidos o dieta blanda para comer mejor. Los problemas para tragar son diferentes: pequeñas cantidades de comida se quedan a menudo pegadas en la faringe, así que es importante darles alimentos semi-sólidos para facilitar su ingesta, no demasiado secos y dárselos en la medida correcta. Si la cantidad de comida es demasiado grande puede caerse de la boca y si es demasiado pequeña puede resultar más difícil de tragar. Para aquellos que tienen problemas dietéticos, existen técnicas según la calidad, textura, cantidad o ritmo.
El Índice de Masa Corporal es una medida que permite calcular el estado ponderal de una persona. Este indicador es calculado a partir de la altura y el peso. De acuerdo con la clasificación de la OMS, IMC = peso/(altura²). Los valores comprendidos entre 18 y 25 son considerados IMC normal. No obstante, las personas mayores de 65 años están excluidas de este cálculo. Su peso ideal puede ser ligeramente superior a estos valores.
Es la proteína que se encuentra en mayor proporción en la sangre. Es producida por el hígado y la contienen algunas comidas, como la leche o los huevos. La albúmina es esencial para el cuerpo humano. Entre otras cosas, ayuda a la correcta distribución de los líquidos a las diferentes partes del cuerpo, como los vasos sanguíneos, los tejidos y el espacio que los separa, llamado zona intersticial. También transporta ciertas hormonas, ácidos grasos y bilirrubina. En la sangre, el nivel de albúmina es más bajo en casos de desnutrición o síndrome nefrótico, una enfermedad del riñón que ocasiona pérdida de proteínas por medio de la orina.
Es una reducción del aporte dietético, que conduce a múltiples deficiencias y al deterioro de la salud. El primer síntoma claro de desnutrición es la pérdida de peso. Así pues, una pérdida de peso del 5% en un mes o 10% en seis meses, es un claro indicador de desnutrición.